lunes, 10 de agosto de 2015

Zarpe del #ARC7deAgosto 27 de junio de 2015



Hoy no es día cualquiera, es el primer día de un nuevo rumbo en la vida de las 83 almas que emprenden esta nueva singladura y de los cientos que quedan en tierra a la espera de su regreso.

Uniformes blancos impecables se ven colgados y organizados en los camarotes desde muy temprano en la mañana. Son pocas horas las que restan para el zarpe y la despedida definitiva de los familiares que se aglomeran en el muelle de la Base Naval ARC “Bolívar”, mientras tanto ellos aprovechan para dar las últimas palabras de aliento, apoyo y de sabiduría a los tripulantes del buque. 

Si fuese fácil explicar los sentimientos en su manera más pura y limpia, el mundo sería un mejor lugar, pero la cantidad de emociones que se sienten y perciben en el ambiente de este momento no tienen explicación, en los que cada segundo cuenta para estar más cerca de quienes se aman, de aquellos que no quieren vernos partir y nosotros dejar, de aquellos que nos han acompañado desde siempre…









¡Proa al cumplimiento de la Misión!

Cada nuevo día es un milagro, una oportunidad para iniciar, continuar, finalizar cualquier cosa que decidamos, pero hay días que por su importancia hemos decidido llamar “Día D” y eso era para la tripulación del ARC “7 de Agosto” el  sábado 27 de junio del 2015, fecha en la que zarpó el buque con destino a participar por primera vez para la Armada de Colombia, en las Operaciones Humanitarias Internacionales “Atalanta” y “Ocean Shield”.

Tantos meses de entrenamiento, de alistamiento, de organización, planeación, verificación minuciosa de sistemas, arreglos de último momento, habían llegado a su fin. Todo estaba hecho y las horas eran contadas para los hombres y mujeres de mar que se embarcarían alrededor de cinco meses, en este Patrullero Oceánico construido por Cotecmar y entregado a la Armada Nacional a finales del año 2013.

Desde muy temprano llegaron las familias al muelle de la Base Naval ARC “Bolívar” para la ceremonia de zarpe.  Allí estaban padres, madres, esposas, hijos, suegros, tíos, sobrinos, con una gran cantidad de sentimientos encontrados. Felices al ver escalar a los tripulantes del buque un peldaño más en su vida militar, al obtener este reconocimiento y confianza por parte de la Institución Naval para representarla internacionalmente y tristes al no querer ver su partida por tanto tiempo. El mismo sentimiento inundaba a los tripulantes expectantes de esta nueva aventura y misión.

Cientos de corazones sobre ese muelle se unieron y así se mantendrán hasta finalizar la Operación, elevando plegarias al Todo Poderoso para la protección de esta Unidad. Así mismo, cada uno de los tripulantes rogará al Dios de los Marinos poder cumplir con las labores encomendadas en la misión y retornar al seno de su hogar, victoriosos, como lo merecen!










Y así fue, el buque zarpó y fondeó a la salida de Cartagena para la última inspección antinarcóticos, que le permitió a la unidad el inicio de su viaje sobre las siete de la noche. Pero antes el Comandante de la Unidad se reunió con todos los Oficiales, donde se realizó una presentación de aquellos que durante estos meses se encontrarían en comisión y donde habló de los principales aspectos a tener en cuenta, entre ellos “La disciplina”,  aquella que le permite a cualquier persona  alcanzar cada una de sus metas y que durante este viaje nos permitirá cumplir la misión, teniendo en cuenta los más mínimos detalles, aquella que ante una emergencia en altamar nos permitirá salvar nuestras vidas y la de los demás tripulantes.













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